El operador aeroportuario sueco Swedavia AB, informa de un descenso en el número de pasajeros de aviación civil, mientras que los autobuses y ferrocarriles están registrando un aumento récord constante en los últimos 7 meses: desde que Greta Thunberg lidera las protestas en el país, más y más suecos están dejando de volar por razones medioambientales y ecológicas para combatir el cambio climático.
Términos como “flygskam” (literalmente “vergüenza por el avión”), “tagskryt” (alardear de ir en tren) y “smygflyga” (volar en secreto) son cada vez más populares.
El “flygskam” se está haciendo cada vez más popular, llevando a miles de personas a elegir sistemas de transporte menos contaminantes en detrimento del avión.
El fenómeno está tan extendido que la mayor compañía aérea sueca, Scandinavia Airlines (SAS), está preocupada. Bajo la presión de la caída de pasajeros, SAS está aplicando una serie de medidas para hacer sus vuelos más sostenibles: desde la sustitución del viejo y contaminante McDonnell Douglas MD-80 por el más moderno Airbus A320, desde la sustitución de asientos por asientos más ligeros (para reducir el peso y el consumo de los aviones) hasta la optimización de la cantidad de comidas para embarcarse en la estimación de los pedidos anticipados realizados por los pasajeros en el momento de la compra del billete.
Un estudio de WWF afirma que el 23% de los suecos han abandonado el avión precisamente para reducir su impacto ambiental, mientras que el 18% ha elegido como alternativa el transporte público como el bus o el tren.