21 jun 2024

¿Cómo elegir destino para tus próximas vacaciones?

 

Muchas veces nos faltan huecos para sentarnos con cierta calma, reflexionar y valorar adecuadamente qué hacer con nuestro tiempo libre. Hasta elegir destino de vacaciones se vuelve una tarea difícil. Para muchos, un dolor de cabeza.

 

Si no lo hemos planificado con antelación, es fácil entrar en lo que algunos expertos llaman la ‘parálisis por análisis’. La cantidad de opciones de viaje, alojamiento y oferta cultural y de ocio, tanto en destinos nacionales como internacionales, es abrumadora. No sabemos establecer prioridades y acabamos sintiéndonos de lo más inútiles para elegir rumbo. De la felicidad al estrés, la presión y el ‘lo dejo para más adelante’. Gran ERROR.

 

 

Nuestro presupuesto

Es inútil plantar un dedo al azar en el mapa del globo sin prever, en primer lugar, las partidas de gastos principales y el dinero con el que contamos para la totalidad del viaje, pues eso limitará mucho las opciones o nos dará alas para viajar donde queramos sin preocuparnos excesivamente por la sangría económica.

 

Obviamente, podemos jugar con la logística y tratar de arañar algunas decenas de euros, pero habrá gastos importantes que tendremos que tener muy en cuenta para elegir nuestra estancia final: billete de avión o de tren, alquiler de coche, precio por noche y persona, tipo de alojamiento, dietas y ocio, entre otros gastos hormiga.

 

Es importante contar con cierto margen para realizar comparativas entre compañías aéreas, tipos de alojamientos, paquetes vacacionales, precios de museos y monumentos, descuentos de grupo y una larga lista de variables que nos darán una idea del tipo de ruta que nos podemos permitir. Quizá soñamos con viajar a Japón y disfrutar de su cultura gastronómica y su exótica belleza, pero si nuestro presupuesto no alcanza los 500 euros para todo el mes de descanso ganado a pulso, habrá que descartarlo.

 

Temporada alta y temporada baja

Lo habitual es planificar nuestro viaje en función de los periodos vacacionales disponibles (la Semana Santa y los meses verano, por ejemplo), aunque esto nos obliga a empezar con los preparativos con meses de antelación. Cuanto más apuremos, más sufrirá el bolsillo, y también nos arriesgamos a encontrarnos con otro de los problemas de muchos viajeros: el sold out, o la falta de oferta.

 

Además, la hucha para el viaje deberá ser mayor en la temporada alta, y habrá que contar con los periodos de repunte de la inflación, como demuestra el brutal aumento de los precios que han experimentado los alojamientos en los últimos dos años (España no es una excepción).

 

Frente a la invasión turística, la masificación y los lugares llenos a reventar, muchos optan por planificar sus vacaciones en la temporada baja, época en la que resulta más sencillo disfrutar del descanso sin el rumor de la masa. Los motivos son variados, pero el principal suele ser el menor precio de casi todo lo que tiene que ver con la pernocta. Los operadores turísticos buscan llenar los huecos en los meses de menor afluencia de público, y eso los obliga a lanzar multitud de ofertas que benefician a los viajeros que cuentan con menos fondos. Por este mismo motivo, es más fácil encontrar paquetes vacacionales y ofertas jugosas durante la temporada baja.

 

Otro factor a considerar es el clima, que influirá en nuestro estado de ánimo, la ruta y, por supuesto, el tipo de viaje que más nos interese. Hay quien lo goza con el sol, el calor y la calima; hay quien los deplora y busca una temperatura estable por debajo de los 25 grados, o incluso agradece el frío. El viaje soñado será diferente en función de lo que hayamos elegido.

 

Nuestro carácter

Sabemos que la masa se mueve por tendencias e impulsos, pero ninguna persona busca exactamente lo mismo para sus vacaciones ni parte del mismo deseo. La pregunta es: ¿qué tipo de viaje nos llama más la atención? O más bien, ¿qué es lo que no queremos hacer en las vacaciones a las que tanto nos ha costado llegar?

 

Hay destinos fugaces, que pueden visitarse en apenas un par de días. Otros requerirán de una, dos, o incluso tres semanas para ser aprovechados como merecen.

 

El territorio a recorrer tendrá cierto peso, en la misma medida que lo hará el tipo de actividades que vamos a disfrutar una vez hayamos deshecho las maletas.

 

¿Disponemos de varias semanas y queremos recorrer un país entero, con multitud de paradas? ¿Preferimos aprovechar al máximo una única ciudad que ofrezca una oferta infinita de vida cultural? ¿Viajamos acompañados? ¿Tenemos hijos y buscamos un lugar pensado para toda la familia? ¿Nos apetece dejarnos devorar por una sucesión de playas paradisiacas, o preferimos una ruta más activa y practicar algún deporte extremo? ¿Urbe o naturaleza salvaje? ¿Destinos internacionales presos del fomo o un discreto lugar del globo donde no podamos encontrarnos con nuestro jefe? Si sabemos qué tipo de viajero somos, más fácil será acotar poco a poco el destino ideal.

 

 

(Fuente: Telecinco)

 

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